El espagueti volador

En los últimos meses se ha estado debatiendo en EEUU la incorporación de la llamada teoría del Diseño Inteligente a las clases de Ciencias (sic) como modelo por el cual explicar la aparición de la vida en nuestro planeta. Vendría, en definitiva, a rivalizar con la teoría de Darwin de la Evolución de las especies, tan lógica a nada que uno sepa cuatro cositas de Biología, y por ello tan discutida por el ámbito religioso.

El Diseño Inteligente basa su éxito frente al Creacionismo en que, a diferencia de aquél, menciona a un ser superior inteligente como creador de todas las cosas, sin especificar que éste sea Dios (motivo por el cual el Creacionismo, por ser materia religiosa, no entra dentro de lo que se puede explicar estrictamente como Ciencia, de momento). Es decir, un ente superior, no identificado, creó la vida.

La teoría cuenta con el importante apoyo del presidente Bush, que le ha hecho ya triunfar en algunos estados (como Kansas) en los que finalmente será enseñada como alternativa a la Evolución (o, si se quiere, a la razón). Ese gran sabio de nuestro tiempo que rige nuestros destinos considera que "parte de la educación es exponer a la gente a diferentes escuelas de pensamiento", y por tanto el Diseño Inteligente debe tener cabida en las escuelas.

Ante esta apuesta por el conocimiento, ha surgido un nuevo movimiento popular que, con los mismos derechos de quienes abogan por la lógica del Diseño Inteligente, promueve su propia teoría, y espera que sea también enseñada próximamente en las escuelas: se trata del Pastafarismo.



El Pastafarismo defiende que nuestro creador es un "monstruo del espagueti volador", cuya existencia se basa, a fin de cuentas, en la fe, como ocurre con cualquier otro supuesto ser superior.

La nueva doctrina cuenta ya con numerosos adeptos, y gracias al empuje de Internet y a la producción de merchandising de todo tipo (otro elemento común a las religiones, como bien sabemos), se extiende por las universidades de EEUU, en donde muchos alumnos ansían ya ampliar sus conocimientos sobre el tema. Además, ingentes cantidades de ciudadanos afirman ya haber sido testidos de reveladoras apariciones, como prueban todas estas escalofriantes imágenes.

Bienvenidos al siglo XIX.